1.4.11

Sesión

El resplandor de los edificios ciega la mirada de los transeúntes, mientras una falsa pareja se toma fotos, disparos de la lente captan su vano amor plástico. Los tacones de una mujer resuenan en el pavimento. Su vestido rojo entallado desvía las miradas de los hombres sedientos pero tímidos. Un vestido con botones de rosas y su hombro izquierdo descubierto, se mueve con un contoneo totalmente arrítmico en contra del latido de su corazón centelleante, pulsante.


El fotógrafo, bronceado de tanto estar expuesto a flashes invertidos, clama por sonrisas y abrazos de cemento mal formado. Las palomas, con su caminar marcando los segundos de un reloj suizo, observan el derroche de movimientos, dolores, rezos y palmadas.


Durante la sesión el sol se oculta, sabio primordial, conocedor y reconocedor de los chistes que cuenta la vida, le da pena mostrare antes los enamorados de banalidades, le da vergüenza el acto, prefiere morir en una explosión estelar o simplemente cometer un suicidio. Imposible, la tarde aun sigue su camino, 4 p.m., tendrá que esperar o arreglar un eclipse.


Gafas obscuras, tenis, camisetas cortas y escotes desfilan ante la pareja. El fotógrafo clama por posiciones, pide recuerdos, momentos nunca antes sucedidos, deseos fingidos y caricias salvajes para plasmar en los rollos incendiarios. Sostenida sobre un tipie, lo que parece ser una cámara fotográfica ultra moderna, se asoma un revolver de seis tiros. Sin pensarlo y con todos los deseos del mundo y la mente en blanco, el fotógrafo toma el revólver y apunta a la mujer. Primer disparo. Las palomas se tiran al vuelo. Su pecho enrojecido la paraliza, aun con vida mira su herida. Segundo disparo. Su cabeza es marcada y cae como piedra al suelo. El hombre lanza un alarido bestial, tercer disparo, su garganta es silenciada y su corazón con ella. Sus cuerpos yacen en el pasto, separados por dos metros; lejos uno del otro aun en la muerte. Los transeúntes ignoran la escena y siguen su camino.


El vestido de la sensual mujer los advirtió de la sangre derramada y no vieron su futuro en el.

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