Desafiando los disparos de fuego y el cotidiano destino, surcamos las calles, acompañados de otros sonidos, acordes sintéticos, colores herméticos.
Calles y colonias, las llantas lamiendo el pavimento, valerosas sonrisas gimiendo en la negrura de la ciudad desnuda y violada.
Flotando en las calles, la muerte -aromatizante barato- me hace imaginar mi muerte en un hotel sucio y oculto con la prostituta que viene en el asiento del copiloto.
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